“Doña LUCY FERnandez”
(Capítulo VI: A la de rojo)
Después de haber guardado un riguroso luto, por más del tiempo prescrito, doña Lucy un día decidió no solo cambiar su vestimenta, sino también de actitud…
Harta de escuchar las murmuraciones de la gente; de las envidias de las puritanas que siempre están con ganas y de los hombres, que con sus ademanes de machos, terminan borrachos y puros mamarachos.
Salió de su habitación con pleno permiso de su conciencia, al encuentro con la vida, que se puede dar, en una calle en una avenida.
Los hombres no dejaban de mirarla y desearla, casados y solteros todos querían participar del matadero;no pocas mujeres la miraban con desprecio, por el aprecio que le daban a la belleza, belleza que no poseían y que a veces es esquiva.
Los patojos con las hormonas alborotadas, experimentando erecciones, que de involuntarias pasaban a ser necesarias, la miraban con la franqueza de la inocencia que aún no perdían; no faltaba alguna pervertida por la envidia que le echara maldiciones.
Pero a todo aquello, a doña Lucy ya estaba acostumbrada, era una gata entrenada por la vida. Por eso ahora cuando pasa, más de algún patojo atrevido y envalentonado, le grita: A la de rojo me la cojo…Luego sale corriendo y a ella eso,solo le causa risa.
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