viernes, 8 de septiembre de 2017

Esa flor...

Esa flor no la sembré yo, fue un dádiva del cielo...La encontré en medio de mis soledades, pequeña y frágil,  sencilla como la hierva, era una flor solitaria entre la maleza silvestre. No fui yo quien la sembro, pero si quién la cuido, la reguere con ternura, la cuide con amor, pues esa flor era un diamante, un diamante que nadie miro, ya la puli hasta que brillo como un estrella.
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