jueves, 10 de noviembre de 2011

***Historia De Un Café***

***Historia De Un Café***
El viento sopla y el frio cala
hasta los huesos…
Y el cuerpo me pide a gritos
Una tasita de café.
...
Sin pensarlo dos veces,
cual si fuera un radar
empiezo a rastrear
y se impacienta el paladar,

Entro a un viejo café,
de nombre “El Regalito”
Y me arrimo a la puerta
poco a poquito.

Siento el aroma de ese
grano majestuoso
Y para llamar la atención
de la mesera toso…

Ella voltea y me vasta
su mirada,
Para saber que esta
al extremo ocupada.

Mientras espero tamborileó
con mis dedos la mesa,
sin sospechar que me
aguarda una sorpresa.

Me siento incomodo,
pues nunca me ha gustado,
salir a comer solo
y menos a tomar un café.

Porque una taza de café,
tiene la magia no solo
de deleitarnos con su
inconfundible aroma.

De calentar el cuerpo
y avivar la mente,
si no también el de
congregarnos en torno a él.

Se acerca la simpática mesera,
con una humeante cafetera,
toma mi orden y me adelanta
una taza de café.

Siento su aroma y mi espíritu
se inspira y yo sin poderme contener,
me lo tomo sin pensarlo a toda prisa
y derramo la mitad sobre mi camisa

Luego ella me trae la porción de paste,
me facilita amablemente una servilleta
y escucho decir a la señora que esta
sentada atrás de mí que esta de dieta.

Me sirve otra taza de café y yo quedo
un tanto avergonzado pero agradecido,
esta vez lo bebo despacio y con cuidado,
como quien besa a la taza…

Veo a la gente a mi rededor y siento
una ganas tremendas de que tu
estuvieras sentada junto a mí,
recordando el último día que te vi.

Termino el pastel y sigo contemplado
el café…Lo bebo despacito,
como quien quiere eternizar un momento
feliz y agradable.

La mesera atenta y muy amable,
me pasa dejando la cuenta
y me dice: Tómese su tiempo,
pague en la caja cuando esté listo.

Por un momento me quedo distraído,
repitiendo una y otra vez,
aquello que me dijiste y que después
me pediste que lo olvidara.

Termino mi café y me dirijo a la caja
para ir a pagar…
Mientras pago alcanzo a escuchar
una voz que para mi corazón es inconfundible.

Le doy el tip a la mesera y ella me sonríe,
luego vuelvo a esa mesa y para mi sorpresa,
descubro que eres tu pero acompañada.

Te veo sonrojada y sin saber que decir,
más aquello no precisa de explicación,
pues ha bastado un segundo para que
hicieras trisas en el suelo a mi corazón.

No quise hacer el papelón…
Pero me parece increíble que haya
estado dormitando por tanto tiempo.

Y salgo del lugar comprendiendo,
de que en verdad hace tiempo,
precisaba de una tasita de café
que me permitirá despertar.
Oxwell L’bu Copyright ©2011

Imagen: Internet