Claroscuro como un rayo de luna que se oculta, Claroscuro como una obra de Rembrandt, que matiza en la penumbra la belleza.
Claroscuro así se llamaba el gato, testigo de mis garabatos y esos primeros intentos de poesía; Claroscuro veía mis arrebatos sublimes, pero a pesar de ello, nunca se hiba con los otros gatos, que merodeaban los tejados del vecindario.
Todos los días, justo al caer la tarde, cuando estaba a punto de anochecer. como un gato me subía al tejado, con una libreta que reguardaba con tal celo, que mas de una vez, desperté sospechas, así como de un radio de mano a transistores, que era el que calentaba los motores de la inspiración, cuando sintonizada aquella estación que ponía música que hacía levitar, mi imaginación y aceleraba mi corazón. El gato me seguía, como un perro fiel, cuando miraba que tomaba mi pluma y el papel. Aquel era mi momento de inspiración, le escribía, mis intentos de poesía, a un amor que aún no conocia.
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