miércoles, 4 de mayo de 2011

***Mama Soltera***

***Mama Soltera***
Que has traicionado
la confianza de tus padres,
que te has fallado a ti misma,
eso de sobra lo has escuchado.
...
Que todos han señalado tu pecado
y tu reputación han pisoteado…
Que han dejado tu corazón destrozado
y tu honra con calumnias han lapidado.

Todo eso ya de sobra los has escuchado,
deja ya te atender a los que solo te vienen
con sarcasmo a ofender…

Ármate de valor y empieza a ser mujer,
que apenas la vida empieza a amanecer,
pues lo que hoy es un problema la vida
lo trasforma en el teorema que viene
a romper todos tus esquemas.

Mírate y descubre la belleza que hoy
en tu vientre empieza a florecer,
es como una fresa en su almíbar
que para mañana te llenara de miel.

Si llevas un ángel a flor de piel,
empieza a escribir su nombre
sobre un papel…
Y preséntaselo a Dios que El
seguro te sabrá comprender.

No te sientas fracasada…
Y más bien al verte embarazada
recuerda que hay mujeres que
darían la vida por sentir esa
flor en su vientre.
Oxwell L’bu

"Arboles Caidos"

“Arboles Ciados”
(Un Cuento mal logrado)

Erase una vez… Pero no fue solo una vez, era cada vez que la veía, el corazón le retumbaba, se le caía la baba si ella le sonreía. Ella lo sabía y el no trataba ni por un segundo de disimularlo, porque pensaba: -Si nada en esta vida se repite, entonces porque andar jugando al escondite. Todo m ...undo sabe que la vida es corta y es tan obvio pero todos vivimos ignorándolo, como que con hacerlo engañáramos a la muerte…

Eran apenas unos niños, pero se profesaban un cariño que subía como humo hasta el cielo y formaba nubes de formas caprichosas. Ella perseguía en su jardín mariposas, mientras él la veía desde su ventana. Siempre fue así, era como hubieran nacido atados por un cordón umbilical invisible que los unía. Vivian uno frente del otro, tenían la misma edad y el mismo gusto por el helado de fresa, por las tardes lluviosas y ambos coleccionaban mariposas. Cursaban el mismo grado, el en una academia cívica-militar, ella en un colegio de monjas.

Todos los días, se miraban, aun que nadie lo sabía, había entre ellos una complicidad nunca acordada, pero siempre vivida. Hasta que un día, ella se fue a vivir con sus padres a otro lugar, del que nunca tuvo paradero, no pudieron despedirse, porque ella nunca supo que debía de irse, sino hasta el momento que le ordenaron hacer su maleta y se marcho. De las cosas de la casa alguien se encargaría.

Desde aquel día, una profunda tristeza embargo el alma del muchacho y un dejo de melancolía en sus ojos se podían ver. Nunca más volvió a saber de ella y la vida como siempre continuo. Pasaron los años el se graduó, luego ingreso a la facultad de medicina y tiempo después era doctor. En todo ese tiempo siempre la busco, en sus libros, en la música, en las estaciones de autobús, en las calles en fin y más de una vez la ilusiones ópticas le hacían la jugada, creyendo verla seguía a una muchacha, pero al acercarse no era ella…

El siguió viviendo en el mismo lugar con su padre, pues la madre hacia ya 5 años había muerto por problemas respiratorios, razón por la cual él se hizo especialista en pulmones. Su padre para estas alturas de la vida, le urgía que se enamorara, que se casara y le diera nietos. Y aun que varias veces intento enamorarse, comprendió que su corazón se había ido con ella…Aun que a nadie se lo decía, guardaba la esperanza de un día encontrarla, aun que para estas alturas de la vida seria casada y con su propia familia. Pero eso no le importaba, con tal de volverla a ver.

Había chequeado la guía telefónica, haciendo una y otra vez llamadas equivocadas, con la esperanza de que en ese ejercicio de prueba y error en una de esas acertara, pero nunca paso. Uno de esos días en que la vida parece confabularse a nuestro favor, caminaba por el hospital donde trabajaba; todo transcurría como de costumbre, hasta que hubo una llamada de emergencia. Un paciente proveniente del campo, mostraba un cuadro clínico complicado, con ataques de asma y una neumonía recurrente. El acudió a la emergencia, la paciente traía puesto una máscara de oxigeno y una aguja incrustada en las venas para suministrarle el medicamento. El la examino, ella estaba inconsciente. Giro las instrucciones de rigor a la enfermera y dado que había terminado su turno se retiro. Cuando iba camino a casa, se dio cuenta que su corazón latía mas a prisa que de costumbre y una sensación de no sé qué, lo embargaba.

Se paso toda la noche pensando en ella, pero esta vez de una forma más intensa y con la sensación de sentirla cerca. Al día siguiente regreso al hospital, hizo la ronda de costumbre, al llegar a la sala de emergencias, la enfermera salió a su encuentro y le dijo: -Doc usted si que tiene manos milagrosas. -¿Por qué? Replico él.- Pues porque la mujer que usted trato ayer y venia casi muerta, hoy esta de lo mejor, aun que la he movido a observación, pues quiero estar segura. El fue en ese momento al verla, al entrar en la habitación, esta se ilumino, era ella, la doncella que corría tras las mariposas en el jardín, un poco cambiada sí, pero esa forma de mirar estaba intacta. Ella lo vio, como a alguien que conocía, al igual que el. Más tomo los registros de la enferma antes de preguntar y leyó el nombre, ¡Era ella! El la llamo por su nombre, luego mirándola fijamente, le pregunto que si se acordaba de él, ella hizo como que no, pero sus ojos la delataban y luego le dijo con una emoción que le desbordaba el corazón que sí. Después ella un tanto sonrojada se acomodo en la cama y él en una silla. Ella le conto el porqué tuvieron que moverse así tan de repente, debido a que el humo de la ciudad le sentía mal a sus pulmones y a que estaba desarrollando una enfermedad. Con temor a la respuesta, le pregunto: -¿Y te casaste? Ella respondió que no, entonces ella como poniendo distancia le replico: -¿Y usted doctor? –Sí, si me case, con mi carrera….

En el hospital se miraban a diario y se ponían al día sobre sus vidas, pero sin atreverse a nadar en aguas más profundas. El se quedaba muchas veces casi haciendo doble turno para estar con ella; durante las horas de visita llegaba a cada rato y la tía empezó a sospechar (ya que sus padres ya habían muerto) y le dijo: -Ese galeno anda interesado en ti. Ella le replico: -No tía, somos viejos amigos de la infancia. Pues no te ve como amigo y tú tampoco… Días después salió del hospital notablemente recuperada. Se instalo en casad e la tía, dado que tenía que ir a chequeos periódicos al hospital. El la visitaba a diario y entre ellos volvió a retoñar como nunca toda esa ternura y amor, que guardaron sin saberlo para cuando la vida les regalara el reencuentro. Poco tiempo después se casaron en una ceremonia, sencilla donde apenas hubo algunos invitados.

Aquella noche de bodas, era como si le hubieran torcido el brazo al destino, que por tanto tiempo los separo, se amaron y juntos tocaron el cielo, luego la noche cubrió su desnudes y se llevo la magia de aquella primera y única vez, ya que el durmió para siempre, con una sonrisa en el rostro. Se determino que la causa del deceso fue debido a un infarto. Ella repentinamente enfermo y fue llevada de nuevo a la emergencia; estuvo unos días allí, pero los médicos dijeron que su vida se apagaba como una vela soplada por el viento, ella con las últimas fuerzas que le quedaban pidió que la llevaran a la casa donde vivo sus primeros años, pero no pudieron dado que la casa ya no le pertenecía, en cambio la llevaron a la casa del suegro, el accedió sin dudarlo. Y una tarde lluviosa de mayo, le dio alcance a su eterno enamorado que esta vez al verla venir a través de la ventana de la eternidad, salió a su encuentro…

Esa tarde llovió como nunca y se extendió durante toda la noche transformándose en tormenta. Al amanecer quienes vivían en el lugar, vieron techos y poste de electricidad caídos y en la casa del doctor dos árboles caídos, que parecían abrazarse uno contra el otro, como resistiéndose a sucumbir. Las autoridades pensaron en derrumbarlos, pero el padre del muchacho se opuso, ya que recordó que aquellos arboles fueron sembrados el mismo día, cuando eran niños por su hijo y la que siempre fue la niña de sus ojos.

Los arboles no murieron, como pudieron se aferraron a la vida, rellenando con naturaleza sus heridas y hoy se les ve como si se estuvieran besando…
Oxwell L’bu