Elevó mi gratitud al cielo, porque me permitió alcanzar ese anhelo de verla junto a mí. Usted no sabe la alegría que su sola presencia trae a mi vida; quizás no se imagina, que basta un sólo gesto de su ser, para hacerme estremecer.
Sabe, le parecerá tonto y quizás hasta desubicado, pero cuando la tengo a mi lado, nada me falta, para ser feliz, me siento el hombre más afortunado. Hoy cuando caminé, junto a usted, fue como caminar, junto a un ángel que me conduce al paraíso. Sabe me sentí en la gloría, cuando me permitió tomarle de la mano, hubiera querido que el camino fuera eterno.
No sé, si lo notó, pero hasta el sol se enceló y prefirió, refugiarse en los brazos de la luna. La tarde fue cayendo y yo sin palabras, para expresarle todo lo que siento.
El susodicho de siempre
P.D. Que bendición la mía, pues al parecer usted tiene miopía.
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