Es sábado, no es la rutina quien me viene a despertar, no hay que trabajar y esos cinco minutos extras pueden ser una eternidad...
Un aroma se asoma, es como un fantasma con formas de mujer, yo apenas consigo entre ver, porque estoy entre despierto y dormido soñándote. A tientas la busco a mi costado, pero solo su silueta ha quedado, pues está se ha marcado en el colchón, entonces me abrazó a la almohada, como queriendo recobrar el sueño, ese donde estabas tú.
Pero el aroma, sigue insistente, se apodera de mi mente y excita mis memorias, el corazón la escucha y esa parte de mi cerebro me empuja y me dice, tomate una ducha. Más el corazón embelesado, reclama esos cinco minutos extras.
Evocando ese aroma, en la ventana se asoma una flor, con todo el encanto del amor, ahora en verdad no se si estoy soñando o mi imaginación me empuja a la locura.
Entonces los ángeles y demonios de mis pensamientos, se lanzan a la batalla, unos argumentando, los otros sintiendo... Pero el aroma sigue allí, intenso y penetrante y ambos termina rindiéndose a su encanto.
Es sábado y ese café mañanero es todo lo que quiero, para empezar un nuevo día, en el que la vida me puede sorprender.
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