martes, 12 de abril de 2011

***Judas El Zelote***


***Judas El Zelote***


Son centurias con el dedo señalando,
son más de dos mil años soportando,
que mi nombre sea sinónimo de traición.

Y no faltan los que de generación en generación,
se trocan en jueces, jurado y fiscales…
Señalándome a mí para que no se noten sus faltas.

Si cada época pare sus propios inquisidores,
que son los detractores del evangelio…
Los cuales dicen ser garantes de algo que
ellos mismos han distorsionado.

Desde que me escogió el maestro sabía
de que yo estaba hecho…
Y yo sin dudarlo lo seguí porque veía en el
el espejo que reflejaba mis ambiciones.

Como ser humano lo admire…
Como hombre ante algo sagrado lo venere…
Y como pertrecho de batallas perdidas
lo seguí…

Puse mi fe en él y lo ame no sé si mas que los demás
pero con el corazón ardiendo ¡Lo ame!…
Aunque para muchos hoy solo sea ese eslabón perdido,
ese hombre despiadado y forajido hasta de su sombra.

Lo serví con devoción, lo veía con admiración,
fui testigo de milagros y prodigios que alentaban
mi fe y mi confianza de que él era el elegido.

Pero pasaban, los días, los meses y los años,
y él seguía ablando de amor mientras el opresor,
diezmaba nuestras esperanzas…

Yo esperaba que el empuñara la espada,
proclamando una rotunda victoria en una alborada
en la que todos celebráramos la victoria.

Como amigo más de alguna vez lo aconseje,
pero él se mostraba esquivo más comprensivo
porque me amaba.

Poco a poco se fue enroscando cual si fuera una serpiente
en mi cuello la rutina y un día por fin sofoco mi paciencia,
de estar esperando ese día que nunca llego…
Ese día en que lo veríamos a él proclamado rey
y nosotros a su lado reinando.

Pensando hacerlo reaccionar para que se manifestara
su poder lo empuje contra la pared…
Aquella última noche no fui digno de compartir con él,
el pan de su mesa y por eso a su señal me marche.

Recibí 30 monedas de plata que es el precio de un esclavo,
mas no fui movido por la ambición…
Porque yo manejaba sus finanzas, era su hombre de confianza
y aun que nuca tuvimos dinero en abundancia lo necesario
nunca nos falto.

Al verlo acorralado todos corrimos como pájaros heridos a su
escondite, yo observaba a la distancia esperando una manifestación
de su poder o que lo vinieran sus ángeles a socorrer…

Pero nunca llegaron, pero él como un cordero al matadero se entrego,
yo llore con amargura preguntándome una y otra vez como fui capaz
de hacer semejante locura…

Yo trate de rescatarlo de ese destino que el mismo erigió,
arroje las monedas y exigiendo su liberación…
Llore con la amargura este amor lúgubre,
pero ya nada podía hacer…

No pude soportar el peso de mi culpa…
No podía tolerar la tristeza y hiel de mi traición,
hoy soy la canción que nadie quiere cantar,
el nombre que nadie quiere pronunciar porque es sinónimo
de traición…

Sé que siempre seré juzgado por los hombres por mi último acto,
ignorando por completo mi trayectoria porque esa es su costumbre,
pero los caminos de Dios no son los nuestros…
Y esto lo aprendí y comprendí de la forma más triste y amarga que un
hombre puede soportar…

Oxwell L’bu
Imagen: Internet

***En Mis Días Lúgubres***

***En Mis Días Lúgubres***


Era mis días todos iguales revestidos
de gris en una rutina recurrente,
que enloquecía a mi mente
y diezmaba mis ganas de vivir.

No sé de donde apareciste,
ni que te trajo hacia mí…
Solo se decirte que mi vida
ha cambiado desde que te conocí

Has sido sol en medio de esas
nubes grises…
Has sido cura a mis citarices
pues junto a ti he vivido los
días más felices de los que
pueda recordar…

Hay en tu alma una belleza
que no reflejan los espejos,
hay en tus ojos una luz
que podría segarme si no
te mirara con amor.

Sabes que siempre quise vivir
un amor así: De aventura, pasión,
ternura y comprensión…
Como esos que se leen en los libros
o en las series de televisión.

Por eso voy tras de ti sin dudarlo
y sin importarme el mañana,
porque yo solo tengo hoy…

Han sido tantos mis días lúgubres,
han sido tantas ya mis tristezas,
que hoy quiero dejarlos atrás,
extender mis alas y emprender
ese vuelo hacia las estrellas
junto a ti…

Puede sonar fantasioso…
Alguien podría decir que algún
día me llegare a arrepentir.

Pero que le pueden decir a alguien
que por andar trepándose al cielo,
subió tan alto y se olvido de vivir.

Que le pueden decir a alguien,
cuya mediocridad lo llevo a renunciar
a todo aquello por lo que realmente
vale la pena vivir solo por el temor
de un día sufrir….

Ya pueden murmurar
que mi corazón se niega a escuchar,
porque si se equivoca, si sufre, si llora,
ya el amor lo justificara…

Oxwell L’bu
Imagen: Internet

***El Perdón***

***El Perdón***


Se nos hace tan fácil
aconsejar y de vez en vez señalar
a los demás pues es un ejercicio,
que en principio nos libera de
confrontarnos a nosotros mismos
y de empezar a rellenar esos abismos
que nos separan y aíslan de los demás.

Pretendemos amar y que nos amen,
pero como puede manifestarse
el amor a través de un corazón,
lleno de rencores y orgullos
que no son más que mascaras
donde nos ocultamos.

Vivimos en un autoengaño,
de prácticas extrañas que no
son más que artimañas a las
que llamamos perdón…

Decimos perdonar como quien
hace un favor…
Cuando en realidad solo tratamos
de tapar con un dedo el sol,
pues ocultamos nuestra verdadera
intención.

Que es la de buscar el momento
oportuno para ganar con creces
el desquite y gozarnos en la revancha.

Con devoción elevamos nuestra oración
y decimos: “Perdónanos, así como nosotros
perdonamos al que nos ofende”…
Sin darnos cuenta que ponemos la vara
de la medida con que seremos medidos.

Ya que si Dios perdonara de la forma
en que le pedimos hoy no nos
alumbraría mas el sol.

Pues como bien lo dice el viejo dicho:
El que ofende olvida y el ofendido aguarda,
convirtiéndonos en el guarda espada,
del ofensor para ver si acrecentamos
su deuda…

Pues no pocas veces cuando expresamos
“perdón” solo buscamos que el otro
baje la guardia para luego contra atacar.

Sin darnos cuenta que ese rencor
nos esclaviza y que solo perdonando
nos podemos liberar.

Sé que es tan fácil decirles a otros:
Perdona y olvida, cuando no es a
nosotros a quien nos sangra la herida.

Pero si hemos de todo corazón aprender
a perdonar…
Debemos de alzar nuestro mirar a esa cruz
y ver a Jesús que en medio de su suplicio,
al borde del precipicio…
Viendo a su madre sufrir con su último
aliento imploro y dio perdón.

Porque si algo quiso enseñarnos el Maestro,
es que la muestra más sublime del Amor
es el perdón…

Oxwell L’bu
Imagen: Internet