viernes, 29 de marzo de 2019

“El ritual de la Rosa”

“El ritual de la Rosa”
Aquel rosal, florecía a tiempo y destiempo, porque fue plantado bajo el embrujo de la luna y está lo enamoro y el para llamar su atención y expresarle lo que estaba en su corazón, le escribía un verso, de la única forma que puede hacerlo un rosal, con una rosa...

Aquella era una pareja de enamorados, sin promesas, ni para siempres, porque sabían que el amor sólo puede sostenerse, cuando se alimenta con esos datalles, que no nacen de la obligación, sino de la devoción por un amor que florece cada día, con la alegría de la primavera.

El la amaba, ella no lo dudaba, ella lo amaba y eso él no lo ponía a prueba, porque el verdadero amor, no busca promesas sino detalles, no busca garantías sino ese palpitar del corazón, que tiembla de la emoción frente a un beso, una caricia.

Su amor no se reducía al de la cama, porque ese es la sublime expresión de todo cuanto sucede antes de llegar a ella, es otra forma de comunicar, lo que a través del día se ha querido expresar.

Al caer la noche, afuera de la habitación se quedaba cualquier reproche y cualquier problema era desterrado, porque se estaba con el ser amado y frente al altar de sus encuentros de amor.

Cada amanecer con gran esfuerzo, dejaba por un momento el calor de su cuerpo, salía al jardín y le pedía con reverencia, una rosa al rosal, para dejarla sobre la almohada de su amada...La rosa era una flor de amor, una expresión gratitud, porque junto a ella había tocado el cielo y cumplido ese anhelo de amarla más allá de la piel y se llevaba en la boca, el sabor a miel de sus besos.
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