martes, 2 de noviembre de 2010

***Sin Saber decir Adiós…***

***Sin Saber decir Adiós…***


Te miro a los ojos y adivino
que es el adiós…
No me dices nada mas tus
suspiros y esas lagrimas
me aprietan el corazón.

Vez en mi una nube de tristeza
y esperando contener la lluvia,
que brota del dolor
sacas el paraguas del consuelo.

Que amargo es el adiós…
Siento una tristeza que
me enluta el alma
y me desgarra el corazón.

Quisiera pensar que esto pasara,
mas si aun sintiéndote tan cerca
siento que en este abrazo se me va
la vida que mas puedo esperar…

Solo días sombríos…
Solo noches de soledades eternas…
Solo una tristeza en la se ahoga mi alma…

Me besas con labios salados,
te vas sin quererte ir…
mi mente me grita abrázala
fuerte no la dejes ir…

Mis manos se aferran a tu vestido
que mis lagrimas han descolorido
sintiendo como entre llanto
y sollozos no sabes decir adiós.

Pero que mas podía esperar
Si en esta vida todo tiene un final,
pero es que nunca he aprendido
a decir adiós.

***Barriletes Gigantes***


***Barriletes Gigantes***




Los hombres de maíz
miran hacia el cielo del cerro de hierba,
elevarse como escudos gigantes y multicolores
los barriletes de Sumpango…

Poco a poco estos van ganado altura,
mientras el anciano va leyendo,
uno a uno los nombres de los
hombres y mujeres que han
emprendido el viaje a la eternidad…

El incienso y las oraciones en cakchiquel
acompañan el vuelo de los gigantes de papel,
las memorias van cobrando vida
pues ese viaje es temporal despedida.

Ya que ese reencuentro con los antepasados
es ruta que desde que nacen se ha trazado,
como guerreros han de enfrentar la adversidad,
como amantes han de amar a su Nahual que
en forma de naturaleza los guiara…

Centenaria tradición que es manifestación
que trasciende el tiempo y el espacio,
manifestación del dolor que se calla…
Expresión de esa parte de la vida a la
que pocos le tienen tolerancia y comprensión.

Es celebración de la vida…
Es celebración de la muerte…
Donde no falta esa bendición
que es compartir la comida.

“El Fiambre” que reviste el espíritu
de compartir lo que nos da la
Madre Naturaleza en todas sus potencias
con los frutos del mar, aire y tierra.

Para endulzar el alma y el paladar
“El Ayote en miel” pues por dolorosos,
que sean los recuerdos siempre nos
dejan un sabor dulce en la boca.

El cielo se ve tapizado de colores,
las tumbas están repletas de flores,
y los patojos saltan de alegría al ver
a los colosos ir cobrando altura…

Y una vez suspendidos en el cielo
los gigantes se hacen pequeños
ante la inmensidad del cielo azul,
algunos escriben sus mensajes
a la luna, otros al sol y más de uno
manda mensajes a sus antepasados.

Mensajes que viajan en el hilo
que mantiene al coloso sujeto a la tierra,
como si fuera un cordón umbilical…

Cordón que une a todas las generaciones
que nacen de la tierra en forma de maíz,
de esta tierra donde anida el Quetzal,
en una Ceiba que cobija a una Monja Blanca,
que es la niña bonita que como mariposa
revolotea en los jardines donde siempre
hay flores porque siempre es abril…

Los barriletes se elevan y se elevan,
algunos ya no regresaran pues el
viento les cortara el cordón umbilical.

Pero quedaran grabados en las retinas
que hoy miran desde la tierra y que
un día los contemplaran desde el cielo.



Oxwell L’bu
Foto: Internet