miércoles, 29 de junio de 2011

***Erase una Vez***

***Erase una Vez***
No soy yo el príncipe azul que esperabas,
ni tú la princesa que debo de rescatar;
yo soy aquel que tu madre ve de reojo
y el que tu padre ve como un rival.
...
Tu eres flor que con sus encantos atrae
un enjambre de abejas desde el panal;
tu eres la apuesta que muchos no
han podido ganar…

Es tu boca color de cereza la fruta que
me muero por saborear,
es el contorno de tu cintura la curva
donde quiero frenar.

Sé que hay muchos que te pretenden,
sé que una centena de enemigos
me acabo de granjear…
Que mas me da si tu boca me quiere besar.

Te acurrucas así mi y empinándote sobre
tus pies me regalas la miel…
Esa que me hace escribirte versos sobre
un papel.

Me pregunto más de una vez ¿Entre tantos
que viste en mi? Porque a mí me flechaste
desde que te conocí…

Es tu mirada serena la luz de mi amanecer
y cuando cierras tus ojitos para besarme,
el sueño de mi anochecer.

Sé que debajo de ese uniforme de colegiala
se esconden esas formas de mujer,
que hasta en mis sueños me hacen
estremecer.

Acaricio tu espalda y te siento temblar,
y recibo de tu boca el licor que me va
embriagando mientras mi mano buscando.

Respiro la fragancia de tu pelo sedoso,
siento tu respiración…
Mientras una canción arrulla nuestros
sueños y le pone música a nuestros besos.
Oxwell L’bu

Imagen: Internet

***Volver a Empezar***

***Volver a Empezar***
Aun no sé en qué momento
de nuestras vidas,
la rutina llego y marchito
el jardín.
...
En qué momento la costumbre
reemplazo a la incertidumbre
y nos acomodamos a pasar
los días sin mayor ilusión.

Hoy aquí parado en la soledad
de un panteón me reclama
el corazón y yo no sé que
decir…

Tu cuerpo yace allí inerte
y aun que platico con insistencia
con tu tumba, hasta hoy no
he obtenido respuesta.

La casa me queda grande
y en la mesa hay tantos
lugares vacios…
Que se me quita el hambre.

Nuestra cama es un desierto
donde mi sed no encuentra
el manantial de tus palabras
y tus besos.

La cocina es un lugar lleno
de fantasmas que se ríen
de mi cuando te busco,
hasta por debajo de las hoyas.

Salir de casa no quiero…
Pero regresar es un tormento,
porque a pesar de estar llena
de nuestros recuerdos,
se siente un vacio que mata.

El único consuelo que me queda
es el de saber que incluso,
disfrute tu compañía hasta
cuando nos aburríamos juntos…

Hoy no sé cómo empezar
sin tu presencia…
Hoy no sé cómo conciliar
mis recuerdos con el presente.

Pero quiero vivir para que
no muera tu recuerdo,
quiero vivir hasta ese día
en que nos volvamos a encontrar.
Oxwell L’bu

Imagen: Internet

"Aventuras en Bicicleta"


 “Aventuras en Bicicleta”
(Memorias del Corazón)

Los planes que mejor se ejecutan, son aquellos que no se planifican…Hay ocasiones en la vida, que ni planeándolas, hubieran salido como fueron, es como si el destino, las personas y la vida se hubieran confabulado a favor para crear esos momentos inolvidables que se convierten en las mas ... inefables memorias del corazón.

Por aquellos años el tener una pelota autentica de futbol #5 de cuero, era el sueño de cualquier patojo y el llegar a tener una bicicleta casi una quimera… Pero la imaginación y la capacidad de compartir eran sus mayores posesiones, porque de que valen mil juguetes para el que juega en soledad. En esos días se pusieron de moda las llamadas “Bicicletas Californianas” cuyo diseño permitía llevar a un o una tripulante, para compartir el paseo, además de sus colores sicodélicos con pringuitas de plateados que brillaban a la luz del sol, su timón estilizado cual si fuera motocicleta y la posibilidad de poder cambiar velocidades, todo un sueño, todo un lujo que pocos podían costear.

Los patojos empezaban a ver con qué velocidad, su contra parte las mujeres empezaban a crecer, mientras ellos poco a poco empezaban a dejar los pantalonchingos cortos. Muchos se tuvieron que conformar con ver las mentadas bicicletas, pero a otros sus padres con mucho esfuerzo lograban agenciarse de una para sus hijos, eso si la bicicleta debía de ser compartida por todos los hermanos. Y así se miraban en las calles de la colonia hasta tres patojos en una misma bicicleta, felices, gozando a carcajadas. Algunos se iban a baranquear en bicicleta, bajando a toda velocidad y subiendo con ella a cuestas, otros buscaban las carreteras mas empinada, como la del Instituto, para luego dejarse ir a toda velocidad cual si fueran “el Coyote tras el Correcaminos” más de uno, se quebró la cara al caer de bruces de la bicicleta. No pocas veces se pinchaban las llantas o se les torcía el timón, se le zafaba la cadena en fin, allí se miraba a los patojos lavando la mentada bicicleta, sacándole brillo, ajustándola…


Andar en bicicleta era toda una alegría, algo así como lo que sienten los adultos cuando se ven en su primer carro, aun que no sea nuevo. Pero todo eso cobra otra dimensión, cuando llevas atrás del sillón a una princesa… Cuya belleza ha cautivado tu corazón, nublando la razón. En las calles se veía a los chicos taloneando a las doncellas, esperando a que salieran del colegio o que fueran al mandado. Y mejor aun ,cuando ambos se iban de capiusa (Faltaban al colegio) y aquellas bicicletas se trasformaban en la alfombra de Aladino en esos paseos a lugares tan sencillos pero llenos de encanto donde el banquete era una agua (soda) compartida y unos Tortix o unos mangos verdes con sal, limón y pepita… El sentir las manos de la doncella aferradas a tu pecho, escuchar su voz y sentir su aliento o ese grito de emoción cuando la bicicleta cobra velocidad, mientras el viento les besa el rostro o cuando hay que frenar aprovechar para robarle un beso húmedo y travieso…

Quizás hoy alguno de aquellos patojos se pasea en limosina o avión, pero esos besos sabor a limón compartiendo una bicicleta californiana tienen esa magia de hacerles remontar el vuelo de regreso a esos días cuando creían que la luna era de queso y que exponían discursos de amor en un pedazo de papel y el mas exquisito pastel era aquel que compartían con la niña de sus sueños… Hoy muchas andarán en carro con una tripulante diferente, pero cuando miran una californiana los invaden todos esos recueros, de sus aventuras en bicicleta.
Oxwell L’bu

Imagen: Internet