sábado, 20 de julio de 2019

El amor...

Hay amores cuya esencia es la eternidad,
existieron desde siempre y nunca dejan de existir...
Trascienden el tiempo y la distancia, no buscan
aprobación alguna, ni permisos para existir, porque
siempre han existido.

Hay amores cuya naturaleza trascienden lo natural,
porque lo natural conoce una muerte, que el verdadero amor nunca conocerá...
Porque el amor tiene ese aliento divino, que se mete hasta el último rincón del alma, que rebasa al corazón y más que darle una ilusión, le da más que una razón para latir.

Si es tan efímera nuestra existencia, de que carajos, sirve existir, sin haber amado, si sentirse arrebato por eso que es algo más que un sentimiento.  Si nuestro paso por la vida es un abrir y cerrar de ojos, que sentido tiene vivir, sino es para amar.

Por eso solo quien ha amado, puede ser testigo en la eternidad del amor, ese amor que no se puede explicar, qué no se puede razonar y menos aún coartar, porque el amor es libre, en su expresión y es la fuerza suprema que mueve al corazón.

Solo quien amada, mas allá de sus intereses, más allá de si mismo, puede saber, que en el no hay egoísmo y que los celos no son una manifestación del amor, porque el amor no es una enfermedad, es la salud del alma.

Hay tanto que se puede decir del amor, pero es redundar, pues solo quien ha amado con esa intensidad, sabe que el amor es la mayor libertad a la que hombre alguno puede aspirar.
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