martes, 20 de noviembre de 2018

***Versos empapados***

***Versos empapados***
La lluvia cae y cae sin cesar,
sin darle tregua a la noche,
la tormenta se amplifica
en mi techo de zinc.

Las goteras caen y caen,
hasta mojar mi almohada
y empapar mis sueños
desvelados…

Despierto con un conato
de emergencia e impaciencia,
como aquel que le roba horas
a su dormir por penitencia.

Perdiendo el sueño he ganado un verso,
que con el so pretexto de conversar
conmigo la soledad al oído,
me lo vino a susurrar.

Serian acaso los celos de verme
tan bien acompañado por el amor,
los que provocaron ese temblor,
en mi colchón y ese dolor en mi corazón.

Mas lo cierto es que la soledad me la recordó
y la herida de nuevo en carne viva sangro…
Los versos entonces empezaron a brotar
como un temporal.

Recordé y añoré los momentos nunca vividos,
sentí sed evocando los besos que nunca de ti
y mis manos se transformaron en palomas
que querían volar pero tenían las alas mojadas.

La lluvia cae y cae mientras una araña teje
la telaraña de mis melancolías y recuerdos,
porque prefiero el silencio de una araña
que el fastidio de un zancudo.

Veo la bombilla desnuda que casi se apaga
por un trueno que cayó…
Tengo ganas de encender la radio,
pero esa canción que suena en mi cabeza
me lo impidió.

Es esa misma canción que tu partida me inspiro,
esa que nunca escuchaste y que posiblemente
nunca escucharas en la radio y total que importa
igual escuchándola, no la oirías.

En un rincón veo  las cajas de cartón
que guardan como ataúdes mis versos mal logrados,
que gritan por ver la luz del día y que alguien,
los haga suyos y los abrigue en su pecho.

Pero el duende del tiempo que no perdona,
todos los días se asoma y se orina en ellos
y poco a poco los versos se empiezan
a desdibujar…

En mi soledad he aprendido a no arrastrar
mis fracaso, mas bien a empinarme en ellos,
he aprendido a no sufrir por mis derrotas,
sino a que sean parte de mis luchas.

A mi rededor no hay nada de valor
y por lo mismo nunca he temido
que me entren a robar lo que nunca
he poseído.

Mi mayor tesoro es mi pluma azul
y unas hojas de papel,
porque de ti no tengo ni un retrato,
por eso te guardo en mi memoria.

Sigo escribiendo y siento como que
poco a poco muriendo…
La lluvia ha cesado pero la gotera
no ha parado.

La pared también empieza a escurrir,
yo tu ausencia he dejado de sufrir,
Porque he descubierto que dejaste más de ti
que lo que te llevaste.

La lluvia da una tegua…Luego sigue lloviendo,
los versos como un caudal siguen viniendo,
los escribo en una especie de taquigrafía,
que luego tendré que descifrar.

Escribo, porque escribir es una forma de amar,
porque hay en la poesía una entrega,
hay en cada verso una caricia
y en cada palabra un ramillete de besos.

Si supieras cuantas veces he reescrito nuestra historia,
que el final nunca está en mi memoria,
lo único que recuerdo es que no hay final
y menos de esos que se pintan felices.

Si supieras cuantas veces en versos,
te he hecho el amor…
Cubriendo con pétalos de rosas,
el nido de nuestros encuentros furtivos.

Empieza a amanecer y te pienso mujer,
no por masoquismo, ni por romanticismo,
sino por amor, una amor que me rebalsa
y me supera.

Me pregunto: ¿Dónde estarás?
pero me respondo, que en ningún lugar,
pues en ningún lugar se puede estar mejor,
que en aquel donde hay alguien que te ama… AQUÍ.
Oxwell L’bu Copyright ©2013