Soy un viajero furtivo,
que como un fugitivo,
se escapo de la rutina
que todo lo contamina.
En busca del paraíso perdido,
que una noche en la espesura
de una luna llena
lo viene a encontrar…
Con su aroma a jardín de abril
esa belleza que extasía
y esa presencia que hipnotiza
los sentidos y acelera los latidos.
Explorador por vocación,
aventurero de corazón,
pero sobre todo contemplador
empedernido de la belleza.
En medio de la penumbra,
empiezo a avanzar y me
encuentro con esos dos luceros
que en esta travesía me guiaran.
Comenzare por respirar la selva
de tu cabello y besare el cielo
de tu frente para luego beber
el almíbar de tu miel.
Tus manos son como hiedras,
que me enredan con sus encantos,
tus caricias son ternura a flor de piel,
que me pintan paisajes de papel.
Quiero escuchar la melodía
que emana de tu boca
y que provoca en mí un eco
que recito en tus oídos.
Mis labios cual adolecentes,
se trepan por esa dos lomas,
que son fuentes de mi deleite
y descansó.
Para luego recorrer la cordillera
de tu espalda, despacio, lentamente,
como quien escala las montañas,
que conducen a la gloria.
Sentir esos temblores y espasmos
que producen mis caricias,
mientras mis dedos pintan
paisajes sobre tu piel.
Cual sin fuera una cornisa,
sin que corra ninguna prisa,
dejare mi nombre escrito en esas
simas desde donde tocare el cielo.
Quiero escalar con mis besos
esas dos torres gemelas
y se tornan puentes que
cuando se abren dejan
al descubierto ese mar…
Mar donde navegan mis ansias,
mar donde tú brisa baña,
mi universo y le da paz.
Porque como mariposas
han aleteado estos
amores desaforados,
donde hay un jardín.
Jardín que con su belleza
detiene el tiempo,
justo en ese momento,
en que me siento dueño
del universo.
Oxwell L’bu Copyright © 2011
