sábado, 7 de septiembre de 2024

Así son…

 Así son nuestros momentos, tan fugaces  y tan eternos...Son fugaces porque cuando estamos juntos el tiempo  tiene esa mala costumbre de tener prisa, mientras la espera es lenta y tediosa.  Son eternos porque cada momento a tu lado, queda estampado en el alma y sin importar el tiempo que haya pasado, cada vez que los evocamos, no parece que fue ayer...

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Lo que di…

 No me dolió lo que di,

porque lo di con una

tremenda alegría en el corazón.


Pero las flores se ha quedado marchitas,

flores que hoy son otoño y pudieron 

ser primaveras...

Flores que expelían su fragancia,

evocando tus besos,

flores que siguen allí, donde las dejaste,

cuando te marchaste.


Son flores que han recibido mis lágrimas,

quizás son ellas, las que las mantienen

con vida o será que ellas no claudican 

y esperan el día en que las vuelvas

a tomar entre tus manos.

Estoy…

 Hoy estoy transpirando tu presencia,

llevo impregnado tu aroma en todo mi ser

y la resaca del vino de tus besos,

se me ha hecho eterna.


Hoy estoy transpirando tu presencia,

sudo la gota fría de tu ausencia,

ausencia que no se, si es verdad

o me engaña, porque en todo estás tú.

Llevo…

 Llevo el vino eterno de tus besos

en mi boca y en mis labios el sello

que dejaste, la última vez que me besaste.


El aroma de tu aliento de vez en vez

llega como un rayo a mi cerebro

y me da por buscar algo que me hable de ti,

algo que me haga saber que aquel amor,

no fue un sueño.

El verdadero amor…

 No, el verdadero amor nunca se olvida,

porque desconoce el olvido,

ya que permanece hasta el último latido,

pues siempre que se evoca parece que fue ayer...

Sin importar si fue la primera ilusión 

o la última, el verdadero amor,

no conoce el olvido.


Porque se queda impregnado

como mancha de acero en el alma,

porque se incrusta en el corazón 

y no se puede sacar de allí,

sin causarle la muerte...