Acercarse a ella, era como deslizar los dedos por las teclas de un piano y encontrar su mano, y escuchar la música sublime de los latidos de su corazón. Ver sus ojos, era contemplar la aurora de la primavera y perderse en el paraíso de su mirada, sentir el alma en paz más agitada, que como corcel cabalgaba en la libertad de un sentimiento.
Escuchar su voz, su bella voz, era quedar arrebatado tras el embrujo de un ángel, el cual te revelaba los secretos del paraíso, sus palabras eran algo más que poesía, pues aún sin rimar, ponía el espíritu a volar...
Oh sublime ilusión, semilla que se abrió camino entre mis dudas y temores; semilla que con constancia y paciencia floreció en mi pechos, ese sentimiento, que yo no esperaba.
Me basta con cerrar los ojos para sentirla cerca, aunque en realidad no sé en dónde está... Será que se quedó en mi o se llevó mucho de mi, será algún grado de obsesión o simplemente terquedad del corazón, más lo cierto es que sigue aquí, de la misma forma, como cuando la conocí, sigue aquí, con su mirada franca y cristalina, con su sonrisa mágica, con sus suspiros inefables y ese trato siempre amable; sigue aquí, aún sin estar, será que esta presente o es que en mi alma y mi mente siempre está...
Oh sublime ilusión que hizo brotar en mi una profunda devoción, la cual libero mi alma, desvaneció mis temores y medio más que una razón para vivir... Oh sublime ilusión de la que quedó reo el corazón.
Oxwell L’bu copyrights 2020
No hay comentarios:
Publicar un comentario