sábado, 26 de septiembre de 2020

Aposté a perder...

Aposté a perder, por tu amor mujer,
no me pude contener,
me las jugué y te confesé a quema ropa,
mis intenciones, cargadas de emociones
y pasiones que no supe contener.

Lo hice con la verdad en la mano,
cuando te dije: yo te amor,
sin recurrir a artimañas,
sin enredarte en telarañas,
ni recurrir a viejas mañanas,
sino con puro sentimiento.

A pesar de mi verdad, no confiaste en mí
y cómo un pájaro me dejaste ir,
sin comprender que yo rendí a tus pies,
mi bien más preciado bien, mi libertad.

Y hasta que me viste del brazo de alguien,
comprendiste lo que yo te ofrecí,
pero era ya tarde porque a ella se lo di,
porque ella sin dudarlo creyó en mí,
se la jugó por mi...

No necesité demostrarle nada,
no me pidió garantías, 
ni exigió dote alguno,
le bastaron mis besos apasionados,
mis versos enamorados
y escuchar mi corazón,
latiendo a mil cuando me besaba.

Lo siento pero para ti
ya no queda nada,
Porque tú lo sabes,
cuando yo me doy,
me doy por completo.

No, no crea que el veneno del despecho
me hace hablar, ni la envidia de saber
que otro ocupa, el que nunca fue mi lugar;
pues a decir verdad, nunca la sentí 
de mi propiedad, siempre me fue ajena.

Porque para dar el corazón,
yo no precisó de apropiarme de la persona,
me basta con sentir que me amaba,
para dejar desbordar mis sentimientos 
y olvidarme del mundo y hacerla mi universo.

Y disculpe si hasta la despedida me sale en verso,
pero ahora ella es quien me mueve el tapete,
la que pone el sol en mi ventana con su sonrisa
y mi luna al anochecer.
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