Ella me pedía que la amara y no la soltara, porque podría irse su alma al quinto cielo y nunca volver… Me miraba mientras me amaba y se reflejaba el paraíso en su mirada.
Me pedía que no parara, porque podría pararse su corazón, que latía al ritmo de esa pasión; el tiempo pareció detenerse o hacerse eterno, pues así son los momentos, en los que se vive intensamente.
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