“Noche de luna”
En una noche diáfana,
cuando la luna se desnuda y muestra
su belleza, ella se
desnudo también.
La luna fue su espejo,
las estrella fervientes
observadores y el silencio el testigo
de sus amores.
Una dulce melodía
sus oídos acarició
y ella sintió, como
la velocidad de su
latidos aumentaban.
Bebió de esa agua,
agua que siempre deja
más sed, porque hay una sed que no se apaga.
Esa es la sed del alma,
sed de amor, sed de pasión, sed por trascender y sentirse
plenamente mujer.
Así desnudas, fueron
cómplices, ella y la luna; ella conoció el
lado obscuro de la luna, ella los misterios
de su alma.
Y así frente a la luna,
al entrar desnuda
la encontré, quise
amarla con mis instintos,
pero me detuve para amarla
con el alma.
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