“El encanto de una carta”
En estos tiempos de mensajes instantáneos, de whatsup y llamadas ilimitadas, quizás resulte incomprensible el encanto que tenía el recibir una carta.
Si, esas cartas que se escribían a mano y a veces se perfumaban, esas cartas que a veces como una paloma blanca traían esperanza y otras como golondrinas de tristeza. Eran cartas que se escribían entre suspiros y alegrías, eran escritas con hermosa caligrafía.
Eran cartas que se esperaban con ansias y desesperación, eran cartas que aceleraban el corazón. Eran cartas que provocaban lágrimas y risas, suspiros y expresiones.
Es que escribir una carta era volcar el corazón y recibirla apasionadamente, era un caudal de emociones. Es que solo quien la esperaba y recibía, podría a cabalidad explicar lo que significaba recivir una carta.
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