En mis otoños de tardes
lúgubres, cuando la luna
se embelesa y sobre la mesa,
sorbo a sorbo degusto,
el vino de la vida,
tú llegaste a mi y sin decir
una palabra me tomaste
de la mano y acompañas
con silencios reverenciales,
revestida de soledad.
Si, tengo tu perfume
en mis manos
y tu un pedazo
de mi alma…
Porque yo no
conozco otra forma
de amar.
A mi diciembre
me gusto pa nacer,
porque me gusta
estrenar con luces
cada amanecer.
Si, lo sé no soy
un tipo inolvidable;
fácilmente paso
desapercibido
y aunque suene
contradictorio,
no pasó al olvidó.
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