Así sin proponérmelo
te empecé a extrañar,
fue como ve a un pájaro volar;
no, no fue por la añoranza
de esos momentos vividos
y compartidos.
Tampoco porque me irrite
la soledad y me de por buscar
compañía, pues a decir verdad,
he aprendido a pasármela
bien sólo.
No fue la melancolía,
la que vino a embriagarme,
fue el sabor de tus besos
y de tu piel,
esa gotita de miel,
en mi paladar.
Lo cierto es que te empecé
a extrañar y no fue que tu ausencia,
trajera tristeza y dolor,
pues evocarte me da una alegría
que no se explicar.
Y te empecé a extrañar,
sin proponérmelo,
sin llamar a los fantasmas
del pasado, más bien
te sentí a mi lado,
pero tú no estás.
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