Yo no quiero amaneceres
sin el café de su mirada,
para contemplar bien despierto,
su belleza que es el verbo
de la naturaleza.
Yo no quiero que caiga
la noche, sin el café de sus ojos,
que son como dos lunas
colgadas en la belleza
de su rostro.
Yo no quiero desvelarme
sin el sabor de sus labios
en mi boca, que tiene ese
efecto afrodisíaco que despierta
hasta la última hormona
en mi ser.
Yo no quiero perder
el sabor de sus besos
y por eso quiero repetir
y repetir, porque ella
estiene ese efecto adictivo,
que me ha vuelto fugitivo
de mi libertad,
porque ella tiene café en su mirada.
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