Cuando era niño, un terremoto me sacudió y me quito los mocos que aún tenía en la nariz, entonces pude sentir el aroma a tierra mojada, el olor de la sangre mezclada con la tierra...
Por eso hoy puedo escribir versos cargados de agua con aroma a tierra e historias de sangre viviente, que fluye como el agua ardiente y embriaga hasta el alma.
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