Yo la besaba,
mientras el viento
con ímpetu la despeinaba
y cada beso le alborotaba
el alma.
Ella a cada beso correspondía,
con el fuego de un volcán,
su lengua era como las olas del mar
buscando la paz de la playa,
que la espera.
Mientras nos besábamos
de vez en vez me susurraba
palabras tiernas, que para mi eran
como inefables versos...
Que bien pude haberle escrito
un poema a golpe de puros besos.
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