Yo la vi en su metamorfosis,
yo la contemple cuando pasó
de niña a mujer y junto a mí
emprendió su primer vuelo.
Yo vi como crecían sus alas
junto a ese sentimiento,
que llaman amor,
vi la aurora en sus ojos
y el reflejo de la luna
sobre su piel.
En el jardín de mis primaveras
ella extendió sus primicias,
me tocó el corazón con sus caricias
y me besó con ese inquietud de adolecente,
con la ternura de una niña y la pasión
de una mujer, frente a su primer beso.
Es por eso que cuando la llevo de mi brazo
sus alas de mariposa se extienden
y dejan ver su belleza y juntos
emprendemos ese vuelo,
que inspira ese anhelo
del corazón...
Cuando esa mariposa va
de mi brazo su corazón levita,
su pecho suspira y nuestros pies
parecen no tocar tierra.
Un día la mariposa se cautivo
con el murmuró de la luna,
dejó de volar y caminó
sobre el agua, sin que apenas
sus pies la tocaran.
Yo me convertí en seguidor
de las lunas con la ilusión
de volver a ver a la mariposa,
con la esperanza de un día
volver a emprender el vuelo,
seguiendo ese anhelo del
corazón.
Oxwell L'but copyright 2017
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