**Monólogos***
En las noches eternas,
de mis monólogos interminables,
me subí a la barca de los sueños,
para ir a buscarte...
No prepare equipaje,
ni tan siquiera me traje
recuerdo alguno,
aquello sería una renovación
para el corazón.
Ignore esas voces que me llaman,
quite el ancla del pasado
e ize la vela azul de mi esperanza,
que se infló con el viento de la fe.
Y así sin tripulación, ni destino,
me lance al mar laberíntico,
de las preguntas sin respuesta,
de los porqués y para qués.
Exorcise y confronté,
los demonios del presente
y del pasado...
Y libre una lucha a muerte,
finalmente los expulse.
Y así desnudo y desposeído,
en esa obscura noche,
en que mi barca estubo
a punto de naufragar,
te imploré: ¡Muestrame
tu rostro!
Y me quedé esperando,
implorando pero al parecer
no me oías, pues el ruido
de las olas de los autoreproches,
al parecer te ensordecian.
Hasta que finalmente abatido
y desauciado, me quede cayado,
con el pecho agitado, el alma ardiendo
y el entuciasmo menguando.
Así derrotado en la batalla que gane,
me quede en un monólogo interminable,
con el tiempo que es poco amable
y es fe que a veces me es esquiva.
Buscaba no sólo al amor,
sino a quien ama...
Ese que esta en todo y en
todas partes, pero se hace
ausencia, cuando lo busco.
Mi alma gemía por el amor
de los amores ese cuya presencia
trae aroma o flores, ese cuyo amor
es mas grande que el amor.
Oxwell L’bu Copyright © 2017
En las noches eternas,
de mis monólogos interminables,
me subí a la barca de los sueños,
para ir a buscarte...
No prepare equipaje,
ni tan siquiera me traje
recuerdo alguno,
aquello sería una renovación
para el corazón.
Ignore esas voces que me llaman,
quite el ancla del pasado
e ize la vela azul de mi esperanza,
que se infló con el viento de la fe.
Y así sin tripulación, ni destino,
me lance al mar laberíntico,
de las preguntas sin respuesta,
de los porqués y para qués.
Exorcise y confronté,
los demonios del presente
y del pasado...
Y libre una lucha a muerte,
finalmente los expulse.
Y así desnudo y desposeído,
en esa obscura noche,
en que mi barca estubo
a punto de naufragar,
te imploré: ¡Muestrame
tu rostro!
Y me quedé esperando,
implorando pero al parecer
no me oías, pues el ruido
de las olas de los autoreproches,
al parecer te ensordecian.
Hasta que finalmente abatido
y desauciado, me quede cayado,
con el pecho agitado, el alma ardiendo
y el entuciasmo menguando.
Así derrotado en la batalla que gane,
me quede en un monólogo interminable,
con el tiempo que es poco amable
y es fe que a veces me es esquiva.
Buscaba no sólo al amor,
sino a quien ama...
Ese que esta en todo y en
todas partes, pero se hace
ausencia, cuando lo busco.
Mi alma gemía por el amor
de los amores ese cuya presencia
trae aroma o flores, ese cuyo amor
es mas grande que el amor.
Oxwell L’bu Copyright © 2017
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